domingo, 3 de septiembre de 2017

LA FRAGILIDAD DEL TRABAJO 1: PERSPECTIVA Y CLARIDAD MENTAL






LA FRAGILIDAD DEL TRABAJO 


LA  PERSPECTIVA  APORTA  CLARIDAD MENTAL
                                                      



“Solo tenemos experiencia de aquello que hemos vivido y hemos reflexionado”

EL ANTES


El 25 de marzo de 1984, empecé a escribir el primer artículo,  de una larga serie de ellos, sobre el trabajo. Fueron publicados en un boletín y en un contexto, que ahora no tiene sentido ni merece la pena  explicar.

Este primer artículo comenzaba así:

Considerando que el hombre es el ser supremo de la naturaleza y el trabajo su actividad más importante y trascendente, vamos a iniciar hoy una serie de artículos sobre el trabajo, con el propósito de que nos den una visión un poco amplia del mismo que nos ayude a comprender mejor nuestra tarea diaria.

Años después, escribía el último de los artículos,  el cual comenzaba diciendo:

 Desde hace tiempo venimos hablando de diversos temas relacionados con el trabajo. El tema,  como decíamos en el primer artículo, es muy complejo y así lo fuimos apreciando cuando lo enfocamos desde puntos de vista distintos, aunque sin duda complementarios, tales como físico, intelectual, psicológico, sociológico, religioso, político, etc.

[…]Hoy en día,  cuando todos conocemos a alguien que no tiene trabajo [1], parece más que nunca una utopía el recordar aquello que la Asamblea General de las Naciones Unidas declaraba en el año 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 23:

(1) Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
(2) Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
(3) Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
(4) Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.

Todos somos verdaderamente conscientes que si la situación del país no cambia, el trabajo  será un artículo de lujo al alcance de muy pocos.
Los que trabajamos, los que no conocemos que es estar en  el paro, debemos asimilar experiencias ajenas y canalizar nuestra actitud, contribuyendo a que nuestro puesto de trabajo siga existiendo. Una vez que se pierde las lamentaciones valen de muy poco.

Este último artículo terminaba de este modo:

Quisiéramos cerrar esta seria de artículos diciendo (y valga como una justificación más para este Derecho Humano tan fundamental y como reflejo de la realidad que diariamente estamos viviendo) que el que la juventud se apunte al “pasotismo” será dañino y grave, pero no tan incomprensible, desde el momento en que sabemos qué hace años, están talando los cauces naturales de sus aspiraciones, entre las que ocupa un lugar de primacía el DERECHO AL TRABAJO[2], y que este trabajo no se tome sólo como una especie de castigo bíblico, sino que tenga sentido y que la organización en la que trabaje, no sea tan impermeable que le cierre horizontes.

Así terminaba la serie.

Aquel  trabajo de antes (trabajo sólido),  nos permitió a muchos alcanzar lo que Adela Cortina  llama  “libertad como independencia” [3], aquella que permite a las personas tener su propia vida (un hogar, una familia, atender a sus necesidades, etc.)

Nos permitió a muchas  personas la posibilidad de plantear y planificar una vida deseada, con proyectos y expectativas a la medida de cada uno. (En aquellos tiempos no estaba tan extendido el “optimismo de pandereta” y el positivismo doctrinario)
Nos permitió a muchos “construirnos” a nosotros mismos, desarrollarnos y encontrar un sentido personal, apoyándonos en el optimismo funcional.  
Nos permitió a algunos sostener, en diversos foros,  que llevábamos 30 años sin trabajar (cuando nuestra jornada laboral era en algunos casos de 12 horas) por haber logrado aquello que se atribuye a Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

¿Cuál es tu experiencia laboral?
¿Qué vivencias significativas has tenido en tu vida laboral, las has reflexionado y has sacado tus propias conclusiones?
¿Tal vez entiendes el trabajo como “ganarás el pan con el sudor de tu frente”?
¿Cuántos puntos del artículo 23, mencionado anteriormente, se cumplen en tu entorno?
¿Te has, tal vez, refugiado en el “pasotismo”?



EL AHORA










Estamos ante un nuevo paradigma profesional.  Conocerlo, entenderlo y comprenderlo, “darse cuenta”,  es básico para poder adaptarse al mismo o para adaptarlo a nosotros. Tiene unas nuevas reglas de juego, diferentes a las anteriores en muchos sentidos y que le añaden al trabajo de hoy una gran fragilidad.


Hace ya una década que el  sociólogo Zygmunt Bauman acuñó  el concepto  de  “sociedad líquida”: una sociedad que cambia de forma rápida y constante y en la cual la incertidumbre, el desconocido  futuro que nos espera en lo referente a la economía en general y al mercado de trabajo en particular, es difícil de vislumbrar.

Los artículos que escribí en su día sobre el trabajo, tal vez  le parezcan, a un joven actual, un ensayo sobre ciencia- ficción.

La cuestión es que ha cambiado mucho hasta el punto de que hoy se habla de “trabajo líquido”,  en contraposición al “trabajo sólido” que muchos hemos disfrutado largamente (en concreto, mi vida laboral abarca  40 y tantos años cotizados a la Seguridad Social, y los mismos años totalmente activo con, que yo recuerde, dos bajas, una de pocos días por una operación y  otra de una semana por un pequeño accidente). Nunca he estado en el paro.

 Esta contraposición  de la que antes hablamos,  nos indica por donde van a ir los tiros, y  nos sugiere que estamos en una realidad distinta, la cual necesita ser reflexionada para que no nos coja fuera de juego, es decir, confusos, abatidos, faltos de lucidez mental.

 Poner en juego cada día la mejor versión de nosotros mismos, es la mejor estrategia a seguir. Desarrollar el pensamiento crítico y el optimismo funcional  huyendo  del “optimismo de pandereta”, tan en boga, es, a mi juicio,  ir por el camino adecuado.


Actualmente,  el filósofo Byung-Chul Han, profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín,  nos dice:
  • "El esclavo se libera del dominio del amo, pero paga un precio: convertirse en un esclavo del trabajo. El dispositivo del trabajo lo abarca todo, tanto al amo como al esclavo. De este modo,  surge una sociedad del trabajo en la que todos son esclavos del trabajo, una sociedad de la actividad. Todo tiene que ser trabajo. No hay ningún tiempo que no sea trabajo”.   “… Hoy, el ocio es un tiempo de recuperación o de relajación necesario para el trabajo como actividad” [4]


Byung-Chul Han, supo anticipar lo que parece que se generalizará: el elevado número de falsos autónomos.

Un artículo del Confidencial [5] no dice que   según un estudio de 2016 de la Resolution Foundation, los trabajadores autoempleados cobran menos en la Inglaterra de ese año que lo que un trabajador medio percibía en 1994. Igualmente, los autónomos han perdido un 22% de sus ingresos desde 2008 hasta 2014, y las condiciones reales en las que desempeñan su trabajo provocan que no tengan ni derecho a baja ni a vacaciones y no puedan contribuir a su pensión.

Nos sigue diciendo que como se trata de un escenario en el que ser humano es empresario de sí mismo, las fronteras tradicionales entre el tiempo de trabajo y el de ocio se desvanecen. Cuando se está inmerso en un proyecto que tiene fecha de entrega, o cuando la tarea requiere presencia o actividad, no tiene sentido que el empleado no esté pendiente, sea el día o la hora que sea. El síndrome de estar quemado o el sobretrabajo son inevitables, asegura Fleming.

Saber cómo va a ir evolucionando el mundo, y sobre todo, saber adaptarse (o adaptarlo) y sobrevivir a los rápidos y profundos cambios originados como consecuencia de la globalización, las nuevas tecnologías y la digitalización, es todo un reto al que nos enfrentamos en este tiempo.


¿Te permite tu trabajo actual alcanzar la  “libertad como independencia”?
¿Está equilibrado tu quehacer cotidiano con tu talento y con tu reto? [6]




                                 Figura 1: Elaboración propia











EL MAÑANA: Lo que puede  acabar pasando

Hace dos siglos que Hegel expuso su dialéctica del amo y el esclavo. Con ella pretendía establecer la dialéctica de la libertad.

  • "¿Cómo se resolverá la contradicción? Inevitablemente con la lucha: el amo será la conciencia de sí que persevera como todo, y el esclavo, la conciencia de sí que se ha convertido en mera parte. ¿Qué criterio hay para establecer quién resulta ganador? Un clásico: el amo no está dispuesto a subsistir a cualquier precio, triunfa o muere; el esclavo simplemente prefiere la vida a la libertad”. [7]


Yuval Noah Harari, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén,  sostiene [8]  que el dilema más importante de la economía del siglo XXI será que hacer con toda la gente superflua, prescindibles, no necesaria, sin valor alguno: ni económico, ni militar ni tan siquiera con autoridad personal. Se pregunta:

“¿Que harán los humanos conscientes cuando tengamos algoritmos no conscientes  y muy inteligentes capaces de hacer casi todo mejor?”  [9]

El pronóstico y las probabilidades de lo que puede acabar siendo nos las resume, sosteniendo,  que a lo largo del siglo XXI ocurrirá lo siguiente: [10] 



  1.       .  Los seres humanos perderán su utilidad económica y militar, es decir, perderán completamente su valor.
  2.      . El sistema seguirá encontrando valor en los humanos considerados como colectivo, pero no como individuos, es decir, perderán su autoridad individual y serán gestionados por algoritmos externos (inteligencia artificial).
  3.      . El sistema seguirá encontrando valor en algunos individuos, pero estos serán una nueva élite  de súper humanos mejorados y no masa de la población. Desempañarán servicios cruciales para el sistema, mientras que el sistema no podrá entenderlos ni gestionarlos. Sin embargo, la mayoría de los humanos no serán mejorados, y en consecuencia se convertirán en una casta inferior, dominada tanto por los algoritmos informáticos como por los nuevos super humanos.

Nos advierte:

 “Dividir a la humanidad en castas biológicas destruirá los cimientos de la ideología liberal”. [11]

Decía más arriba que los artículos que escribí en su día sobre el trabajo, a un joven actual le parecerían un ensayo sobre ciencia- ficción.
No creo  que le pase lo mismo a un joven actual,  bien formado,   con los pronósticos que hace Yuval Noah Harari. Las probabilidades de que el mundo camine por las sendas que él vislumbra son altas.
Con todo esto no pretendo ni sugerir, ni mucho menos caer en aquella falacia de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Pero si quiero manifestar abiertamente que no me gusta lo que se vislumbra.


¿Volverá a tener sentido la dialéctica del amo y del esclavo?
¿Pasaremos del paradigma del “trabajo líquido” al paradigma amo-esclavo?
¿Podría ocurrir que pasase a ser realidad, que los tiempos de tus abuelos y tus padres, fueron mejor y con más oportunidades que los tuyos?

La próxima entrada de este blog la titularemos así:

LA FRAGILIDAD DEL TRABAJO 2

De nuevo  EL AHORA: QUE PODEMOS HACER,  para que  lo que puede  acabar pasando, no pase.
“Ser es hacer”




Referencias bibliográficas


[1] 1991-1994. Nuevamente se produce un incremento de la tasa de desempleo hasta alcanzar la cifra record hasta entonces del 24,55%, la más alta hasta la fecha y con mucho, de Europa:  https://es.wikipedia.org/wiki/Desempleo_en_Espa%C3%B1a

[2],  Tasa de paro menores de 25 años actualmente (agosto 2017 en España) 39,50% (40,7 hombres y 38,2 % mujeres):  http://www.datosmacro.com/paro-epa/espana

[3],  CORTINA, Adela.: Ciudadanos del mundo: hacia una teoría de la ciudadanía. Alianza Editorial. 1993

[4],  Byung-Chul Han.: El aroma del tiempo. Pensamiento Herder Editorial, S.L., Barcelona 2015. p. 140-141

[5],  Fernández, Estaban., “Lo que nos espera: la teoría que está llevando a la debacle a nuestro mercado laboral”, en El Confidencial, 22.05.2017. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-05-22/la-teoria-que-esta-llevando-a-la-debacle-a-nuestro-mercado-laboral_1385095/

[6]Video: “Una vida bien vivida requiere ser preSIDIDA: https://tv.uvigo.es/video/93278.html

[7]  GOMEZ PIN, Victor.: Hegel. Lo real y lo racional. Batisfalo, S.L., 2015, p.95

 [8] Noah Harari Yuval.: Homo Deus. Breve historia del mañana. Peguin Random House Grupo Editorial, S.A.U. Barcelona, 2016 

[9]  Ibíd. P.349

[10] Ibíd. P.337

[11] Ibíd. P.379

jueves, 3 de agosto de 2017

LA FRAGILIDAD DEL LÍDER






LA FRAGILIDAD DEL LÍDER








“Después descubrió que los líderes solo parecen débiles cuando se comportan como si lo supiesen todo. Después de todo, un líder que nunca ha fracasado en nada es o una anomalía humana o un mentiroso. Incluso si el fracaso en cuestión no es aplicable al equipo, simplemente reconocerlo ayuda a conectar”.

He asistido, a lo largo de mi vida laboral, a una gran cantidad de  cursos. Sigo en ello. He impartido a lo largo de mi misma vida laboral, también,  gran cantidad de cursos. Sigo en ello, altruistamente (en mucha menor cantidad) y seguiré hasta… Es una cuestión de dar sentido a la vida.

He tenido el privilegio de asistir a cursos de figuras y escuelas de negocios relevantes  en temas   de liderazgo. Al final, te quedas con cuatros cosas. Confirman la hipótesis de que el conocimiento es lo que queda en tu cabeza después de haberlo olvidado todo.
Un concepto con el que me quedé, que no se utiliza mucho, pero que yo considero importante, es el de la “fragilidad del líder”.
¿Cómo gestionas esta fragilidad?

¿Tal vez pasándote al polo opuesto y haciendo ver a los que te rodean que te sientes invulnerable?

¡Tremendo error! Atraerás a cuatro “pelotas”, "sí, bwana". Pero no a ningún colaborador con sensibilidad. A estos los espantarás.

Si demuestras que eres frágil, demostrarás que necesitas a los demás, y estos reaccionarán echándote una mano, o las dos. Todo ello te hará más fuerte. Si demuestras tu prepotencia demostrarás que no necesitas a nadie y estos te rechazarán, te darán la espalda. Acabas siendo más débil.

Una cosa es liderar y otra es gestionar. Sin duda la primera resulta mucho más difícil que la segunda. El  líder  actual,  se asegura de liderar al equipo, de conducirlo hacia el futuro. Se centra en conseguir un equipo liderado de acuerdo a su diversidad. Para ello se requiere un alto índice de relación: (Recursos x Relaciones = Resultados). Ganarse el respeto, respetando a los demás, es un requisito imprescindible para liderar.

Aceptar que somos frágiles (diferenciar entre fragilidad y debilidad, que no es lo mismo), nos hace más fuertes y auténticos.

Un  índice de autenticidad [2] alto, es otro de los requisitos sin los cuales nunca te podrás llamar líder. Tal vez gestor, jefe, mando, etc., pero no líder. El liderazgo viene marcado por este índice de autenticidad: grado de coherencia que existe entre lo que piensas, sientes y haces. Cuando este índice es alto, haces lo que dices y dices lo que haces.      
La coherencia personal, causa un gran impacto, tanto en uno mismo como en los demás. Ni que decir tiene que si “los demás” forman parte del equipo o grupo que nosotros lideramos ese impacto se traducirá en un respeto y credibilidad.
Después de un cierto tiempo de convivencia, las personas que nos rodean y trabajan con nosotros suelen terminar, tarde o temprano, descubriendo nuestro grado de coherencia y autenticidad. El respeto se lo otorgamos a aquellos que llevan la autenticidad hasta sus últimas consecuencias.
  
El índice de autenticidad, tiene mucho que ver con los ingredientes por los cuales te das valor a ti mismo, por lo que  que entiendas por éxito
l3].


 ¿Qué entiendes por tal?
           ¿Crecimiento interior?
¿Número de valores que practicas?
¿Lo que los demás digan de ti?
¿Por qué parámetros te valoras?

Los parámetros por los que te concedes valor a ti mismo son muy importantes. Einstein decía a sus alumnos: “Intenta no convertirte en un hombre de éxito, sino más bien en un hombre de valor”.

¿Cómo entiendes esta frase?

¿Cómo te enfrentas a tu fragilidad?


REFERENCIAS:
    

          [1]IGLESIAS RODRÍGUEZ Julio.: "Construyendo Líderes. ¿A quién llamar Líder?" Edición Digital.   Vigo 2008. Pg.23

          [2] La práctica consciente te lleva a ser competente: 

               Video: La práctica consciente te lleva a ser competente:

Sobre desarrollo de las competencias en las empresas indito a ver el siguiente video:

LA PRACTICA CONSCIENTE TE LLEVA A SER COMPETENTE

https://www.facebook.com/JulioIglesiasRo/videos/418444215550406












martes, 11 de julio de 2017

LOS MAYORES 1. LAS TRES EDADES




LAS TRES EDADES









¡Feliz cumpleaños!
¡Mis mejores deseos para que te sigas manteniendo joven…!
Casi todos, a lo largo del año, echamos mano del repertorio de frases convencionales para desearle un feliz aniversario a nuestros semejantes.

Siempre nos referimos a lo mismo, a la edad cronológica, a esa que cae a golpe de calendario. En al artículo que comparto  invito a reflexionar sobre las otras edades, ante las cuales, la edad cronológica, la que se refleja en el DNI, va perdiendo cada día más valor. Hoy priman la edad biológica y la edad psicológica sobre las otras.

¿CUÁL ES TU EXPERIENCIA CON LA EDAD?

Todos cumplimos años, pero no todos lo percibimos lo mismo. La edad se mueve en dos mundos muy diferentes en los humanos: en el mundo inconsciente y en el mundo consciente. No nos preocupa ni nos acordamos apenas de ella cuando somos jóvenes. Es difícil marcar un tope de años para el límite de la consideración de “jóvenes”. Depende de cada persona. Lo que si es cierto, con carácter general, es que a partir de un determinado momento, que varía en función de cada cultura y persona, somos más conscientes de los años que cumplimos, de la edad que tenemos y de la rapidez con la que se esfuman los días. En mi caso concreto, la última cifra significativa que tengo en mi mente con respecto a mi edad, es la de 39 años. A esa edad emprendí un proyecto ilusionante que me absorbió 7 años sin ser consciente, en ningún momento, de cual era mi edad. De repente, retomé de nuevo mis años, en mi mundo consciente, y me di cuenta de que tenía 47 años, de que me acercaba al umbral de los cincuenta. Sí, ¡cincuenta!, con toda la carga emotiva que acompaña en nuestra cultura a semejante cifra.

Hasta entonces, mi tiempo vivido podía sintetizarse en una frase que escuché en una película, cuyo título no recuerdo, y en la que una madre decía a su hija:
“Tu reloj biológico debe de ser digital, porque no oyes su tic tac”.
De repente mi reloj biológico se había convertido en el viejo despertador del abuelo cuyo tic tac resonaba en la habitación, con tal intensidad, que era necesario amortiguar su sonido con un cojín puesto encima para poder dormir.

Otras personas tienen el primer encontronazo consciente con la edad a través de lo que llaman “crisis de la edad mediana” la cual, al parecer, asalta a todo ser humano en un momento de su vida que según algún experto oscila entre los 35 y los 50 años. Yo, en mi caso concreto, no soy consciente de este tipo de crisis. A partir de los 50 años sí me he dado cuenta de que la vida transcurre a gran velocidad.

¿QUÉ PASA CON LA EDAD?

¿Es tan mala como algunos sostienen?
 ¿Es, tal vez, solamente un artefacto social creado por una sociedad sin valores, totalmente hedonista, en la cual el culto a la juventud es lo que prima? 
¿Una sociedad que pasa de todo excepto de ganar dinero y gastarlo, que burla cualquier tipo de espiritualidad, desarrollo personal, ética, valores y otras palabrejas que no son otra cosa que “monsergas de los mayores”?
 ¿Será cierto que la edad, por sí misma, marca pautas de siniestro y desolación?
 ¿Qué hay de cierto con las tan mencionadas pérdidas de “facultades” de los mayores?

Conozco a personas que superan los 65 años y se mantienen muy bien. Incluso declaran sentirse felices. ¿Será que al vivir con una percepción de “ser feliz” el tiempo no deja huellas ni en el cuerpo ni en el espíritu (mente)? A mí no me cabe duda de que nuestras percepciones modulan nuestro cuerpo y nuestra mente. Las virutas que el tiempo deja tras de sí, no son las mismas si vivimos con una percepción positiva que si nos instalamos en la negatividad. No me estoy refiriendo al optimismo bobalicón y sin sentido tan predicado hoy en día en algunos foros y que yo denomino 'Optimismo de pandereta'. Un optimismo que predica el buen humor sin sentido, expectativas irreales y un positivismo doctrinario. Me refiero a un optimismo funcional que invita a pensar que, en buena parte, puedes controlar tu futuro a partir del esfuerzo que dedicas a crearlo según tus preferencias y deseos.

JUVENTUD, DIVINO TESORO.

Estamos hablando de la edad, pero, ¿que entendemos por tal?

 ¿Qué es la edad? 
¿Qué es ser joven?
 ¿Qué diría hoy Rubén Darío?

Yo considero que ser joven no es un periodo de la vida, sino, la vida misma en toda su extensión. Implica y lleva consigo, no un cuerpo sin arrugas, un DNI con pocos años, sino, un estado mental, una forma determinada de percibir la vida. Supone, sobre todo, maravillarse, ser capaz de admirar: quedar sorprendido, entusiasmarse, indagar. Supone, también, tener fe en ti mismo, el gesto abierto a todos los aires, la mirada clara y transparente en la que no existen telarañas que dificultan la visión. 

Conozco personas de 30 años que ya no tienen capacidad de asombrase por nada ni ante nada. Conozco a personas de 70 años que parece que cada mañana, cuando se levantan, estrenan el mundo. Que saben asombrase de lo cotidiano. ¿Cuál de los dos es más joven?
La psicología evolutiva, cuando aborda el desarrollo personal y social durante la vida adulta y la vejez, lo hace recordando que aun cuando hay razones legales y económicas para situar la vejez en los 65 años, (ahora a los 67 y dentro de poco ni se sabe, tal vez en los 80) no se puede considerar ésta sin tener en cuenta ciertos acontecimientos vitales y roles sociales. Considera la edad en función de los cambios que se producen en la misma y nos habla de distintos conceptos de edad: edad cronológica, edad biológica, edad psicológica y edad social. También maneja el término de edad funcional para referirse a los cambios en la capacidad de llevar a cabo tareas con el mismo nivel de eficacia.

Hay personas de edad cronológica (esa que cae a golpe de calendario) de 40 años, con hígados y otros órganos de 60 años. Tienen una edad biológica (estado celular y demás de cada organismo) que no correlaciona con su edad cronológica. Depende del estilo de vida que llevemos. Depende de en qué medida nos cuidemos y adquiramos unos hábitos sanos, lo que los clásicos llamaban virtudes, en contraposición a los hábitos malos o vicios. La predisposición a obrar bien (virtudes) que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, terminan con crear nuestro carácter. Hace años la edad social de “jubilado” o la de “abuelo”, era sinónimo de persona renqueante y próximo a la muerte. Hoy hay abuelos con una esperanza de vida de 40 años por delante.

Desde el punto de vista psicológico, puede decirse que una persona es vieja cuando se ve a sí misma como tal. Mientras alguien siga teniendo curiosidad y capacidad de asombro no puede decirse, a mi juicio, que sea viejo, al margen de la edad cronológica que tenga. 

Jean-Jacques Rousseau nos habla de las 4 edades: edad de la naturaleza, edad de la fuerza, edad de la razón y de las pasiones y, por último, edad de la sabiduría.
Coincide con esta clasificación, la definición de vejez de Ingmar Bergman: 

“Envejecer es como escalar una montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, y la vista más amplia y serena”.

Saber aceptar y disfrutar con la edad que cada uno tiene es un signo de “mirada amplia” y madurez.


¿Cuándo nos olvidaremos de la edad cronológica y empezaremos felicitar a las personas por su edad psicológica?

miércoles, 21 de junio de 2017

¿INDIGNADOS O RESENTIDOS? (2)







CAMBIO DE PREGUNTAS 4
  

 “Cambiar de respuesta es evolución. Cambiar de pregunta es revolución”
                                                                                                   Jorge Wagensberg




¿INDIGNADOS O RESENTIDOS? (2)

La idea del darwinismo de la supervivencia del más apto,  tal vez podemos enunciarla, hoy en día,  así:
“Superviven los  indignados, se extinguen los resentidos”


RESENTIMIENTO: UN ESTADO PERNICIOSO


Hay resentimientos breves, de corta duración y resentimientos duraderos.En el primer caso estamos ante una emoción que forma parte de las que se relacionan con la ira.  En el segundo caso, cuando dura mucho tiempo, a veces toda la vida, estamos ya hablando de otra cosa. Algunas  lacras sociales, algunos dramas personales, algunas patologías  mentales, tienen sus raíces en el resentimiento de largo alcance. Grandes  obras de la literatura y de la historia y personajes famosos,  se construyeron a partir del   resentimiento.  Está pues presente en el trascurrir de la vida diaria, y también, en grandes acontecimientos históricos.


Decíamos en el post  anterior que,  según Scheler, el resentimiento:

  “Es una autointoxicación psíquica que surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas emociones y afectos, los cuales son en sí  normales y pertenecientes al fondo de la naturaleza humana; tiene como consecuencia ciertas propensiones personales a determinadas clases de engaños valorativos y juicios de valor correspondientes” [1]

 Ese reprimir “sistemáticamente la descarga de ciertas emociones”, no dejar que salgan y se note esa reacción emocional negativa hacia el otro u otros, genera un “emponzoñamiento psicológico” que envenena a la persona, manteniendo viva dicha reacción, la cual, como la lluvia fina  va calando, cada vez más hondo y profundo,  llegando al núcleo de la personalidad.

Se hace cada vez no solamente más profundo sino, también,  más oculto, más íntimo, controlando todo aquello que pudiera demostrarlo y termina por generar  ira mezclada, a veces,  de envidia,  y, lo que es más importante,   sintiéndose impotente para hacer nada ante ello.



Este sentimiento de impotencia, que le impide realizar la venganza,   para restaurar la propia estima, el honor ofendido,  la injusticia cometida o el daño sufrido,  genera un resentimiento duradero. Todo esto acaba por afectar, alterándolo  para peor, el funcionamiento normal de la persona. Por eso decimos que es un estado pernicioso.

Pero,  no queda ahí la cosa. Ese funcionamiento individual alterado, acaba afectando al funcionamiento grupal y social debido a que las emociones se contagian. Lo que se siente se transmite,  por mucho que tratemos de ocultarlo: existe el  contagio emocional.



EL CONTAGIO EMOCIONAL

Las personas que compartimos espacios de relación, sea en el trabajo o en la vida personal, en nuestras relaciones sociales,  acabamos compartiendo los estados de ánimo y los sentimientos. No es lo mismo compartir enfado, frustración, resentimiento,  que compartir buen humor, optimismo funcional  y entusiasmo.


Todos conocemos personas que al estar con ellas salimos llenos de energía, mientras que con otras salimos exhaustos, vaciados de energía. Esto ocurre porque estamos expuestos al contagio emocional de los demás, por lo tanto, a todo tipo de emociones, positivas y negativas. Como dice Sebastià Serrano “las emociones saltan de una mente a otra como si nada, los sentimientos son contagiosos, mucho más que las ideas”. [2]

El “wifi” emocional funciona. Las personas no expresamos verbalmente la mayoría de nuestros sentimientos, lo hacemos a través del lenguaje no verbal.
 

 De forma continua emitimos mensajes emocionales no verbales. Lo hacemos a través de  gestos, expresiones de la cara o de las manos, el tono de voz, la postura corporal, o incluso los silencios, tantas veces tan elocuentes. Estos mensajes pueden ser aprecio, desagrado, cordialidad, hostilidad, etc. Somos constantes emisores y receptores de estos mensajes a través de los cuales se da el contagio emocional.  

¿Somos conscientes de ello? No. En muchas ocasiones no somos conscientes de los mensajes emocionales que nos llegan y que recogemos. Nos quedan registrados y luego reaccionamos a ellos de forma casi automática, sin reflexión previa. Por ejemplo, ante determinada actitud de otra persona, reaccionamos de forma positiva o negativa sin ser capaces de encontrar razones para ello. No solo tenemos hábitos psicomotores; también vamos adquiriendo hábitos mentales y emocionales que nos llevan a reaccionar de forma automática ante diversas situaciones. No es lo mismo responder ante una actitud de alguien con   afecto y simpatía, que hacerlo con recelo o desconfianza.

Las emociones intercambiadas con los demás a lo largo del día determinan nuestro estado anímico. Es esto lo que determina que tengamos unos días estupendos y otros nefastos.
Si el ambiente que te rodea es tóxico, cargado de emociones negativas, sin duda te acarreará daños colaterales, es decir, serás víctima inocente de explosiones emocionales ajenas en forma de enfados, rabia, resentimiento, etc.

 ¿Hasta qué punto te afectará? Está en función de tu sensibilidad. No todos somos igualmente vulnerables o contagiables: los más vulnerables son las personas más sensibles.


¿Nunca te has sentido eufórico sin saber por qué?

¿Alguna vez te has sentido triste y deprimido sin causa aparente?

¿Te sientes a veces de una manera determinada sin una causa objetiva que lo justifique?

¿Podrías enumerar alguno de tus hábitos emocionales?


EL COCTEL DEL RESENTIMIENTO

Este coctel, con todos y cada uno de sus ingredientes, es una mezcla que nos “emborracha”, nubla nuestro raciocinio no facilitándonos una vida saludable. Tiene un alto coste emocional y físico para quien lo lleva encima impidiéndole sentirse libre, con la sensación de que controla su vida, con proactividad y sentido de logro. Va por la vida sintiéndose víctima con todos los sentimientos negativos que ello conlleva.





¿Qué aporta cada uno de los ingredientes al coctel del resentimiento?

Ira

De la  ira ya hemos hablado  en el post anterior. Es una de las 5 emociones básicas y  es una emoción adaptativa para hacer frente a la injusticia. Nos moviliza para la acción encaminada a enfrentarnos a ella.

Envidia

En cuanto a la envidia, que era definida por Santo Tomás de Aquino, en su Suma de Teología como “tristeza de los bienes ajenos” y que  el mismo Santo Tomás  nos dice que  solamente se da envidia “de aquellos con los que el hombre quiere igualarse o aventajarles en gloria”, según nos señala el psiquiatra Castilla del Pino,  no se da en todo resentimiento:
 “A diferencia del suspicaz, que se limita a sentirse afectado por algo que supone (fundada o no fundamentalmente) vejación y desestima en su imagen pública, el resentido reacciona a su vez con hostilidad, pero, en tanto que se  sabe en situación desigual respecto a aquel del que se resiente, recurre a formas solapadas y tortuosas. A veces coexista con la envidia. Pero no tiene que ser así: - P está resentido con M por la faena que le hizo – no implica que P envidie a M.” [3]


En otros  muchos resentimientos sí está presente la envidia, si bien son procesos diferentes. El envidioso busca disminuir la gloria ajena y tiene la esperanza de que en un futuro lo logrará y conseguirá el desprestigio público del envidiado. El resentido no tiene esperanza de lograr nada, se ve impotente ante lo que le sucede.

Por otra parte, el envidioso, lo manifiesta; unas veces de forma camuflada  a través de la murmuración, y otras veces de forma abierta recurriendo a  de la difamación. El resentido se lo calla, lo oculta, no manifiesta,  “reprime sistemáticamente la descarga de ciertas emociones y afectos” según nos decía  Scheler.


Venganza

Para resarcir el  daño sufrido, la injusticia padecida, el honor ofendido o la autoestima dañada, aparece la venganza.

La paradoja  que se da en el resentido es que acompaña la sed de venganza con el juicio de impotencia de llevarla a cabo: se siente impotente ante el otro. No hay posibilidades pues de restablecer el sentimiento del propio valer ofendido, la satisfacción del daño sufrido o restaurar el honor ofendido.  

La represión ejercida sobre una sed de venganza que lleva a la sensación de que “no hay nada que hacer” “hay que someterse”, “así es la vida”, etc., es la que lleva al resentido, entre otras cosas, a lo que nos decía Scheler: (…) “tiene como consecuencia ciertas propensiones personales a determinadas clases de engaños valorativos y juicios de valor correspondientes”.

Este engaño valorativo se manifiesta en restar valor al valer ajeno, a cambiar los valores perseguidos,  pasando a defender justo lo contrario de estos, en definitiva, a engañarse en el análisis de la realidad creando unas ilusiones particulares sobre la misma. Así, por ejemplo, todos conocemos a personas que estaban muy motivadas para conseguir algo, pero que llegado un momento en que se sintieron incapaces de lograrlo por falta de capacidad, por acidia, etc.,  reducen la tensión generada entre el querer y no poder, dejando de querer a través del autoengaño  de que lo que querían,  realmente no era tan valioso como pensaban. Pasan, así, a valorar y querer lo contrario.


¿Cuántos políticos de “izquierdas” conoces que no pudiendo hacer “carrera” en esta tendencia se pasaron a la “derecha”?

¿Cuántos políticos de “derechas” conoces que no pudiendo hacer “carrera” en esta tendencia se pasaron a la “izquierda”?

Ejemplos de esto todos podemos poner alguno que hemos contemplado a lo largo de nuestra vida, referido a objetivos políticos, aspiraciones profesionales, aspiraciones sociales, relaciones  amorosas, etc. De forma general lo ejemplifica muy bien la fábula de Esopo  de “La zorra y las uvas”.

El resentido está sometido a todo un cúmulo de  conflictos internos, intrapersonales,  aquellos que están dentro de uno y que enfrentan a uno con uno mismo. Adoptan varias formas: diferencias entre lo que quiero y no puedo; entre lo que quiero y le tengo miedo; entre lo que quiero y no estoy dispuesto a pagar el precio que exige; entre lo que tengo y no quiero tener; entre lo que …
Estos conflictos internos más todo un cúmulo de conflictos interpersonales que le acaecen, no sabe cómo abordarlos de forma directa por varias razones:

1/ Está mal visto y suele interpretarse como mala educación o falta de madurez, el manifestar emociones de ira, resentimiento, envidia y otras muchas presentes en los conflictos. Su “analfabetismo emocional” lo lleva a no manejar adecuadamente las emociones, a inhibirlas. La no manifestación espontánea, la inhibición, se manifiesta indirectamente generando otros nuevos conflictos que no tendrían su aparición si se hubiese resuelto el original. Se fomenta así una tendencia a la proliferación de conflictos.
2/ El miedo. La consideración de los riesgos (costos personales, obstáculos en la carrera, aparición de antagonismos personales, etc.) lleva a camuflar los conflictos impidiendo que salgan a la luz.
3/  Comodidad. El manejo adecuado del conflicto exige un gasto de energía emocional. A veces, el resentimiento se acompaña de acidia, desidia o pereza en el actuar. 


IMPOTENCIA

Lo más pernicioso del resentimiento es,  a mi juicio, la impotencia  que siente.
Todos encontramos en la vida situaciones que no nos gustan. Dentro de ellas, diferenciamos aquellas en las que podemos hacer algo para que la situación cambie, y aquellas otras en las que no podemos hacer nada o que hagamos lo que hagamos la situación va a seguir lo mismo que antes. Podíamos meterlas en una escala de vaya desde la “Imposibilidad” a la “Posibilidad”. El determinar y emitir los juicios de imposibilidad y posibilidad no es algo objetivo, sino totalmente subjetivo. Una persona, ante una situación A, puede considerar que es posible hacer algo para cambiarla, y otra persona, ante la misma situación A, puede entender que es imposible hacer nada, o que haga  lo que haga no va a cambiarla.
Si observas la figura de más abajo, verás que el resentimiento se da ante situaciones que tienen dos características: la primera, no aceptar la situación. La segunda, creer que ante ella no podemos hacer nada para cambiarla o modificarla.


“La forma como efectuamos nuestros juicios de posibilidad (o de imposibilidad) gravita significativamente en nuestras vidas”. [4]


¿Por cuál de las siguientes frases te guías en la vida?:

1              1.  Yo soy yo y mis circunstancias.
2              2.  Yo soy yo y mi circunstancia, y si ni la salvo a ella no me salvo yo.


¿En qué punto pones la frontera  entre lo “Imposible” y lo “Posible”?






Referencias bibliográficas

[1] SCHELER, Max.: El resentimiento en la moral. Editorial: S.L. CAPARROS EDITORES. 1993

[2] SERRANO, Sabastiá.: El regalo de la comunicación. Barcelona, Editorial  Anagrama,S.A, 2004

[3]CASTILLA DEL PINO, Carlos.:Teoría de los sentimientos. Tusquets Editores Ensayo, Barcelona 2000. p. 346
  
[4]ECHEVERRÍA, Rafael.: Ontología del lenguaje. Buenos Aires, Granica, 2006. P. 320